NUESTRAS REUNIONES
Nosotros los creyentes somos un pueblo que se reúne. Desde que la iglesia comenzó el día de Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección de nuestro Señor, los creyentes se han congregado como iglesia (Hch. 2:41-45). Fuimos salvos para ser la iglesia, y como iglesia nos reunimos continuamente y regularmente. Aunque muchos cristianos prefieren practicar la vida cristiana de manera individual, la intención de Dios es que todos los creyentes se reúnan corporativamente.
Nuestras reuniones son vivientes, es decir, están llenas del disfrute y de la expresión de la vida divina, la cual nosotros los hijos de Dios poseemos. Nuestras reuniones se centran en la verdad, es decir, tomamos como contenido la Biblia y su revelación con respecto al Dios Triuno y Su economía, a la Persona y la obra de Cristo y a la obra del Espíritu. Nuestras reuniones se conducen en mutualidad, es decir, animamos a todos los creyentes a que hablen y rechazamos el sistema de clérigos y laicos, donde un solo hombre habla y los demás escuchan pasivamente. Nuestras reuniones son inclusivas, es decir, aceptamos y acogemos a todos los que creen en Cristo, el Dios-hombre que vivió, murió y resucitó por nuestros pecados y por nuestra justificación ante Dios (Ro. 4:25). Y nuestras reuniones se basan más en la función que en la forma, es decir, no conducimos nuestras reuniones en conformidad con ritos y tradiciones, sino por el bien del avance de la edificación de los santos y del Cuerpo de Cristo.