21.8.11

¿QUIENES SOMOS?

(El siguiente es un mensaje dado por el hermano Watchman Nee en enero de 1934 en la ciudad de Shangai, como parte de la tercera conferencia sobre los vencedores. Este texto se basa en notas que el hermano K. H. Weigh tomó en aquella ocasión.)

Lectura bíblica: Juan 1:22; 2 Pedro 1:12

Quisiéramos contestar la pregunta: ¿quiénes somos? O sea, ¿qué estamos haciendo aquí? En el pasado hemos hablado poco al respecto porque éste es un tema delicado; por eso, no hemos querido hablar de nosotros mismos. No obstante, pese a que no hemos mencionado el tema, frecuentemente se nos pregunta: ¿Quiénes son ustedes? Algunos dicen que somos “La iglesia del avivamiento”, otros nos llaman “La manada pequeña”, y otros dicen que somos la iglesia de “El cristiano” [N. de T.: Watchman Nee publicaba en China una revista llamada El cristiano]. Por tanto, nos gustaría dar respuesta a esta pregunta.

Primeramente, debemos aclarar que no somos otra denominación, ni otro grupo faccioso, ni un movimiento nuevo ni una organización nueva. No estamos aquí para unirnos a otro grupo ni para formar nuestra propia facción. Si no tuviéramos una comisión y un llamamiento especial de Dios, no se justificaría nuestra existencia. Estamos aquí debido a que Dios nos hizo un llamado especial.

CONFIRMADOS EN LA
VERDAD PRESENTE

En 2 Pedro 1:12 se menciona la expresión “confirmados en la verdad presente”, lo cual también puede ser traducido “confirmados en la verdad actual”. Pero, ¿cuál es la verdad “actual”? Todas las verdades constan en la Biblia, y no hay ninguna que no esté escrita allí; sin embargo, muchas verdades se han perdido o han estado escondidas debido a la insensatez del hombre, su infidelidad, su negligencia y su desobediencia. Las verdades han estado en las Escrituras, pero el hombre no las podía ver ni tocar. Mas cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios sacó a la luz verdades específicas durante lapsos específicos y permitió que éstas fueran reveladas una vez más.

Las verdades reveladas recientemente no son inventos nuevos de Dios, sino descubrimientos que el hombre hizo. No hay necesidad de inventar nada, pero sí de descubrir. En las generaciones pasadas, Dios ha revelado diferentes verdades. Durante épocas particulares, El ha permitido que el hombre descubra verdades específicas; este hecho se ve claramente en la historia de la iglesia.

Tomemos como ejemplo a Martín Lutero en el siglo dieciséis: Dios le abrió los ojos para que viera que el hombre es justificado por la fe. Esto no quiere decir que antes de Lutero no existía tal realidad; ya existía la justificación por la fe, pero él la descubrió en una forma más definida. El entendimiento de Lutero fue extraordinario en cuanto a esta verdad. En consecuencia, la justificación por la fe llegó a ser la “verdad presente” de esa era.

Cada obrero del Señor debe preguntar a Dios cuál es la verdad presente. Debemos preguntarle: “Dios, ¿cuál es la verdad presente?” Aunque en la Biblia hay muchos temas importantes y cruciales, es necesario conocer la verdad actual. No sólo debemos conocer las verdades generales, sino que también debemos entender claramente la verdad presente.

LAS VERDADES RECOBRADAS
DURANTE EL SIGLO DIECISÉIS

Desde el siglo dieciséis en adelante, Dios ha estado recobrando diferentes verdades. La era de la Reforma, que transcurrió durante el siglo dieciséis, fue una época de cambios monumentales en el campo religioso. Esto no quiere decir que antes de ese siglo no se hubiese recobrado nada, pues sí se recobraron algunas verdades; sin embargo, desde el siglo dieciséis en adelante hubo cambios notables. Podemos clasificar la historia a partir de la era de la Reforma en cuatro períodos: el primero, la era de la Reforma; el segundo, el período después de la Reforma, del siglo dieciséis al dieciocho; el tercero, el siglo diecinueve; y el cuarto, el siglo veinte.

Primeramente, examinemos la Reforma que Lutero suscitó. Cuando él fue levantado por Dios, vio la luz y propuso que el hombre se volviera a la verdad que está en la epístola a los Romanos. Actualmente, muchos consideran la obra de Lutero como un movimiento político; sin embargo, cuando leí sus escritos y su diario, me enteré de que sus motivos y metas eran correctos. En particular, lo más sobresaliente fue que él recobró la verdad de la justificación por la fe. Por supuesto, Dios no recobró todas las verdades por medio de él, pues aunque Lutero recobró la verdad de la justificación por la fe, no hizo cambios completos con respecto a la iglesia. Por ejemplo, él todavía aprobaba la iglesia estatal y estaba de acuerdo con que ésta fuera parte del estado. Puesto que él no recibió luz en cuanto a estos aspectos de la iglesia, al poco tiempo la denominación Luterana llegó a ser la religión estatal de Alemania. El propio Lutero dijo que la iglesia no debía ser controlada por el estado; no obstante, creía que los asuntos administrativos no pertenecían al Lugar Santo porque eran temporales y pertenecían al atrio. Por tanto, no resolvió esta cuestión de manera cabal. Dios permitió que la administración de la iglesia quedara sin resolverse durante el tiempo de Lutero, y aunque este asunto no fue recobrado, la verdad de la justificación por la fe sí lo fue. Dios desenterró esta verdad de entre las tradiciones, las opiniones y los credos, e hizo que fuese difundida y predicada una vez más. Cualquier persona que hubiera nacido en esa era, debía predicar esta verdad y exhortar a otros a seguirla; de lo contrario, no sería contado como fiel obrero de Dios en esa era.